Follar y ganar es, bajo el manto de lo absurdo, mamarracho y grosero que pueda parecer, un grito en forma de carcajada a todo aquello que gira alrededor del sexo. Al tabú que engloba el sexo, en específico para las mujeres, que no acostumbramos a ser abiertamente bastas y malsonantes.

Follar y ganar habla de la libertad sexual para todos, independientemente de quiénes seamos; de la comunicación, la salud sexual, aquello que nos gusta y nos da vergüenza admitir.

Destapa lo que no nos gusta, lo que pretendemos ser por todos los clichés y supuestos y pensamos que necesitamos para ser aceptados. Es un grito al amor, a la comprensión, a la fragilidad dentro de la propia masculinidad y feminidad, al desnudo emocional para el desnudo físico.

Algo precioso ocurre cuando descubrimos que el sexo es muy importante y muy poco importante a la vez. Que las señoras, antiguas presentadoras, hablan de sexo, tu madre sentada en la primera fila, su amiga, tu vecina, y la desconocida de al lado añoran hablar de sexo y quieren el Satisfyer que cuelga del techo. Quizás tu padre quiera que le den besos en la frente y la acomodadora de la sala que le aten y le digan una guarrada al oído.

Follar y Ganar es una puerta de atrás de color rosa. Con Julio Iglesias cantando de fondo. La puerta por la que, entre risas, pasa todo. Por fatal que pueda sonar, Follar y Ganar es más educacional y necesaria de lo que pueda parecer. Porque todavía queda mucho que hacer y hablar respecto al sexo. Quizás, aunque diga Follar, quiero decir Amar.

Y quien ama, siempre gana.

Iciar Ventepan Murillo