Fran y Aris son amigos de casi toda la vida, han llegado a ser inseparables, aunque no están pasando por su mejor momento. A veces no sabemos lo que nos pasa, por qué nos pasa, ni desde cuándo nos pasa; a veces sólo podemos contestar tengo hambre es jueves porque todo lo demás se resiste a ser explicable; a veces no sabemos por qué ya no queremos lo que queremos pero así dejamos que sea. ¿Puede resistir la amistad el paso del tiempo o tiene fecha de caducidad? ¿Evitamos que se apague o acompañamos su extinción?
Tengo hambre, es jueves ha sido galardonada como Mejor Obra y Mejor Dirección en la edición 2024 del Festival Mutis en Barcelona.
Flavia Forni y Asier Albertos ha sido nominados como Mejor Actriz y Mejor Actor en el mismo.
Quizá sea una exagerada, intensa, quejica o sentimental, pero a mí se me ha roto más el corazón con despedidas de queridas amistades que con amoríos.
En estas edades turbulentas de los veinte a los treinta la manera de relacionarnos y compartir nuestras vivencias puede llegar a ser muy intensa, suelen ser los momentos que se recordarán con el filtro sepia de los tiempos pasados: los primeros encuentros, las primeras aventuras, amistades de todo tipo, los primeros errores… ¿no? Imagino.
Empleamos muchísimo tiempo en nuestra amistades, creamos mundos juntos y compartimos la vida; y sin embargo, hay a veces que se deshace sin dejar casi rastro. De vez en cuando nos damos cuenta después de dos años que llevamos 730 días sin saber nada de la vida de aquella persona que formaba parte de nuestra cotidianidad, y nos acordamos de los momentos bonitos, pero lo enmarcamos en un momento pasado y seguimos hacia adelante.
Con Tengo hambre es jueves quería darle cabida a estos momentos, esos recuerdos, ese pasar del tiempo y esa distancia que rompe todo tipo de relaciones. Quería darle un lugar a la nostalgia tan específica que se nos queda en el costado izquierdo y nos deja avanzar, pero a veces pincha demasiado fuerte.
Las personas y las relaciones son de las pocas cosas que tenemos en esta vida; el tiempo y las experiencias que compartimos con ellas son de las pocas cosas que nos llevamos.
Cuando paso mucho tiempo con una persona, es como si parte de su química, su piel y de su sentir me agarrasen por dentro. Se queda tan metida y acostumbrada su presencia en mí, que en el primer momento de alejamiento, desligue o separación siento un vacío interior tan grande como si realmente me conformase.
Con esta obra he necesitado llorar como una niña pequeña e intentado entender que mi mejor amigo también crece, también cambia y también va y viene como todo el mundo.
Flavia Forni
ATAQUES DE NOSTALGIA
Hubo un momento clave para mí en el proceso, un mes antes de empezar los ensayos, hablando con Flavia sobre el texto y unas modificaciones que le quería proponer, en el que ella mencionó los ataques de nostalgia. Momentos muy breves, casi punzadas en las que un aluvión de recuerdos de una persona que ya no está en tu vida te levanta del suelo, te da un viaje de microsegundos y te deja en el mismo sitio.
Esa imagen fue la ganzúa que le abrió al texto puertas mías, a veces entrando sin permiso para poner en evidencia que este texto habla tanto para mí, o de mí, o desde mí, que me reconozco y que los ataques de nostalgia son universales. Yo creía que iba a dirigir un texto muy personal de Flavia y que a modo de bibliografía iba a necesitar en algún momento conocer más detalles de sus experiencias, pero su texto me ha llevado a mi biblioteca personal. A los tres nos ha pasado.
También la música es para mí muy importante a la hora de acercarme al universo de un texto. Y en la búsqueda y selección de las canciones que me colocaban en lugares que me interesaban para la obra o los personajes, encontraba con una mayoría aplastante temas sobre desamor, y casi no tanto sobre desamistad. Pero los sentimientos, los duelos, la nostalgia, creo que son muy superponibles, aunque en la literatura musical haya tanto desequilibrio en la representación de ambas separaciones. Un ejemplo de esto es que la archiconocida canción I will always love you, inmortalizada como baladón amorosísimo por Whitney Houston, fue en realidad compuesta décadas antes por Dolly Parton cuando quiso romper una relación profesional.
No vamos a inventar nada. Que las relaciones son complicadas, que las amistades se pueden romper con o sin motivo conocido, que a veces herimos a quien más queremos y por lo tanto menos querríamos herir, está todo más que contado y cantado ya. Pero creo que hay algo muy valioso en generar una experiencia colectiva en la que invitemos al público a sentarse con nosotros para dejarse provocar algún ataque de nostalgia.
Jaime Cano